Los adaptógenos han existido durante milenios
Aunque el término "adaptógenos" solo existe desde finales de la década de 1940, estas maravillosas plantas han sido reverenciadas durante siglos. Casi todas las culturas del mundo han utilizado plantas rejuvenecedoras y restauradoras. En el taoísmo, muchas de las hierbas que logran los mismos resultados se denominan “hierbas tónicas”; en la medicina china, se les llama "tónicos de Qi"; en Ayurveda, se conocen como "rasayanas" y en la medicina herbaria occidental, se categorizan como "tónicos nutritivos" y "troforrestauradores", asimismo, en la herboristería de la selva tropical, tienden a llamarlas "para-toda", que significa "curalotodo".
La investigación moderna ha demostrado que gran parte de la tradición en torno a estas hierbas es cierta. En lo que respecta a los estudios científicos y clínicos, las hierbas adaptogénicas han recibido la mayor atención. La amplia gama de beneficios curativos que ofrecen cubre casi todas las áreas del cuerpo.
Anatomía adaptogénica
Órganos implicados en la respuesta al estrés
Los adaptógenos usan sus poderes de equilibrio para catalizar cambios en el cuerpo, particularmente en los sistemas neuroendocrino e inmunológico.
El sistema neuroendocrino se ocupa de la comunicación química en el cuerpo a través de hormonas, que trabajan en conjunto con el sistema nervioso, que éste lleva la homeostasis a todas las respuestas internas, lo que ayuda a mantener el cuerpo sano y protegido. Dentro del sistema endocrino, encontramos el famoso eje HPA, un conjunto complejo de interacciones entre el hipotálamo, la pituitaria y las glándulas suprarrenales.
El hipotálamo es el centro de comando del cerebro, a menudo llamado nuestro "centro de dios", esta área del cerebro se comunica con el resto del cuerpo a través del sistema nervioso autónomo y la afluencia de hormonas. Asimismo, supervisa y evalúa todo lo que sucede en el cuerpo, luego informa a la glándula pituitaria qué hacer y éste a su vez informa a los tejidos u órganos relevantes del cuerpo.
Hormonas del estrés
El cortisol, es la principal hormona liberada por las glándulas suprarrenales y cuando se secreta existen procesos de dirección y reposición de energía que preparan al cuerpo para manejar el estrés y aseguran que el cerebro reciba fuentes de energía adecuadas. Sin embargo, los niveles de cortisol están en su punto más alto por la mañana. La secreción excesiva de cortisol suprime el sistema inmunitario y puede causar una serie de síntomas como: ansiedad, hipertensión, inflamación, depresión, fatiga crónica, PMS, infertilidad, desequilibrio de las hormonas sexuales, resistencia a la insulina, aumento de peso, insomnio, entre otros.
Cuando la respuesta natural al estrés se vuelve loca
Una vez que ha pasado una amenaza percibida, los niveles hormonales vuelven a la normalidad, a medida que bajan los niveles de adrenalina y cortisol, la frecuencia cardíaca y la presión arterial vuelven a los niveles de referencia y otros sistemas reanudan sus actividades normales, pero cuando los factores estresantes están siempre presentes y te sientes constantemente bajo ataque, esa reacción de lucha o huida permanece encendida.
Los resultados del estrés no controlado
Con el tiempo, la activación repetida de las hormonas del estrés, también conocida como la respuesta de "lucha o huida", pueden alterar casi todos los procesos del cuerpo. Pero piensa en el cortisol como nuestro propio sistema de alarma incorporado, que nos alerta cuando el cuerpo está en peligro, sin embargo, también trabaja con ciertas partes del cerebro para controlar el estado de ánimo, la motivación y el miedo. Si se secreta demasiado cortisol, muchos procesos corporales comienzan a funcionar mal, lo que puede provocar enfermedades.
Formas de estrés
Los factores estresantes pueden provenir de muchos ángulos diferentes. El estrés no se experimenta de manera uniforme y puede manifestarse en cualquier momento.
- Biológicos: exposición a bacterias, moho, virus y parásitos.
- Químicos: productos químicos, toxinas, pesticidas, herbicidas, fungicidas, insecticidas, metales pesados, productos químicos domésticos e industriales, vapores, polvo, humo, tabaco y drogas sintéticas.
- Consumibles: sustancias tóxicas como drogas, alcohol y tabaco, alimentos refinados y altamente procesados, alimentos sin minerales (cultivados en suelos pobres), alimentos genéticamente modificados, alimentos cultivados en ambientes tóxicos con pesticidas, herbicidas, etc. deficiencias y radicales libres por comer alimentos tóxicos.
- Ambientales: incluye contaminantes y toxinas disponibles en la atmósfera, el agua y el suelo, como cloruro, fluoruro, plomo, mercurio, pesticidas, etc. Exposición a frío o calor extremos, ruido, luz ultravioleta, altitud, alérgenos, xenoestrógenos (sustancias extrañas que imitan los efectos del estrógeno), influencias electromagnéticas (wifi, ondas de radio, líneas eléctricas de alto voltaje) y radiación.
- Psicológicos: factores emocionales y mentales como puede ser depresión, cambios de humor, ira, miedo, ansiedad, pérdida del deseo, preocupación, dolor, conmoción, trauma, enfermedad mental, cambios importantes en la vida y responsabilidades abrumadoras.
- Físicos: incluye actividad física intensa, curación de accidentes, recuperación de ejercicio extenuante y dolor físico
- Espirituales: esta forma de estrés a menudo es provocada por la falta de significado o un propósito mayor en nuestras vidas. Cuando nuestra alma no está tranquila y estamos experimentando estrés espiritual.
Inteligencia dentro de la química adaptogénica
Cada adaptógeno sintoniza el cuerpo con una energía particular o un conjunto de vías energéticas, generando una respuesta homeostática no específica dentro del cuerpo y la mente, debido a sus efectos normalizadores y bidireccionales dentro del cuerpo, por lo cual, podemos observar que tienen una inteligencia propia para determinar lo que el cuerpo necesita.
Los adaptógenos se dirigen a múltiples ubicaciones en el cuerpo, se alinean directamente y equilibran nuestros órganos lo que da forma a nuestras percepciones individuales del mundo y controlan los procesos básicos de supervivencia como la intuición, la respuesta al dolor, la función sexual, la presión arterial, el ritmo circadiano, la respuesta al estrés y muchos más.
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