4 cosas (no tan) simples que aprendí de la práctica de asanas

4 cosas (no tan) simples que aprendí de la práctica de asanas

Sep 04, 2023Commons Mx

Comencé a practicar yoga porque pensé que era un ejercicio de bajo impacto físico, pero me llevé una sorpresa al darme cuenta de que es mucho más exigente física, mental y espiritualmente de lo que pensaba.

Después de más de un año de práctica constante, el aprendizaje más significativo que he obtenido es el autoconocimiento, no solo a nivel físico, sino también emocional. Para mí, el yoga ha sido reconfortante pero desafiante, placentero pero incómodo. Ha sido un camino que ha enriquecido mi autoconciencia, mi consciencia y mi deseo de conectarme con lo que me hace sentir bien.

A continuación, quiero compartirte cuatro enseñanzas que me ha brindado esta práctica ancestral:

1. A ver la vida desde una perspectiva diferente

Las posturas invertidas, como el parado de cabeza, me han enseñado que existen múltiples formas de ver la vida. Me cuestiono mi percepción de las cosas y logro apreciar los detalles más pequeños de mi día a día. Estar de cabeza amplía mi campo de visión, a pesar de tener que cuidar mis cervicales.

2. Confrontar mis sentimientos, no huir de ellos

Utkattasana, mejor conocida como “la postura de la silla”, una postura de pie, parece ser de las más sencillas en la práctica de yoga, no es una inversión, no requiere de mucho equilibrio ni compromete la columna… fácil, ¿cierto?

Si alguna vez has permanecido en esta postura por más de quince segundos sabes lo retadora que es, quizá más a nivel a nivel mental que físico: ¡quiero bajar los brazos!, ¡quiero enderezarme ya!, ¡no aguanto más!. Es lo que pasa casi siempre por mi cabeza… hasta que me doy cuenta de que “no pasa nada”. No pasa nada si sostengo la postura cinco segundos más, los brazos no se me van a caer, mis piernas son lo suficientemente fuertes para quedarse ahí un ratito más, y entonces habré vencido el juego que mi mente me quiere jugar. Entonces mi voluntad fue más fuerte.

Mi proceso de resolución de problemas se ha convertido en un:

  • Inspecciono el problema: ¿Qué está pasando?
  • Analizo cómo responde mi mente / cuerpo a ello: ¿Qué me hace sentir? ¿Incomodidad? ¿Dolor? ¿Por qué quiero evitar sentir esa incomodidad y dolor? ¿Qué estoy rechazando?
  • En la medida de lo posible, me hace sentir incomodidad o dolor, aceptarlos y luego dejarlos ir.

3. A soltar las expectativas y las ideas limitantes

La postura del bailarín: Natarajasana, una postura de equilibrio, me ha enseñado que si aprendo a relajar mi mente y cuerpo, puedo lograr incluso más de lo que tenía planeado. Intentar tener la mente lo más en clama posible me permite alinearme mejor, quedarme unos segundos más con el equilibrio en un pie. Si invierto menos energía en las expectativas, me puedo sorprender a mi misma. Una maestra me decía: “No está pasando nada” o “No te lo tomes tan en serio”, en ese momento, me permitía soltar la tensión que ejercía en mi propio cuerpo y automáticamente la postura se vuelve más ligera, lo que me hacía posible sostenerla durante más tiempo.

4. Resiliencia: volver a mi centro a través de la respiración

Muchas personas buscamos practicar yoga para relajarnos y reducir el estrés, pero a veces esta práctica puede inquietar la mente más de lo que la calma. Aunque el yoga suele ser un ejercicio de bajo impacto, hay momentos, como al hacer saludos al sol, en los que puedes sentirte sin aliento, como si hubieras corrido un sprint.

La respiración consciente es uno de los pilares fundamentales de la práctica. Mantener un ritmo de respiración constante a lo largo de la sesión es esencial. Cuando sientas que te falta oxígeno y quieras rendirte, recuerda que en tan solo tres respiraciones profundas puedes recuperar la estabilidad y continuar con tu práctica. Siempre puedes tomar un descanso para respirar cuando lo necesites.

El viaje que he emprendido a través de la práctica del yoga ha sido transformador en muchos aspectos de mi vida. Más allá de los beneficios físicos evidentes, he descubierto una profunda conexión conmigo misma, tanto a nivel emocional como espiritual. Aunque el camino puede resultar desafiante, el yoga me ha brindado un refugio donde puedo explorar y nutrir mi ser de una manera única. Estoy agradecido por las lecciones que he aprendido y animo a todos aquellos que se sientan intrigados a embarcarse en su propio viaje de autoconocimiento a través de esta antigua disciplina. ¡Namaste!



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